lunes, 10 de marzo de 2008

LA RECONSRUCCIÓN DE LA CÚPULA

En el que hacer conservacionista del patrimonio cultural construido, existen distintos niveles de intervención, las cuales tienen un fin específico, según sea el caso, para la proyección del monumento al futuro. La coyuntura entre estos grados de protección es, sin duda, el lograr la adecuación a los usos actuales del edificio, así como facilitar su lectura e interpretación histórica.

De todas las intervenciones disponibles, a la última que se recurre para lograr éste cometido, es a la reconstrucción de algún elemento, ya que un arquitecto restaurador solo llega a emplear este recurso cuando es necesario restituir un espacio, el cual es vital para interpretar y/o consolidar estructuralmente al edificio.

La reconstrucción principia con una documentación exhaustiva, tanto de materiales involucrados como el procedimiento constructivo empleado en el elemento original. Una vez obtenido el grueso de la información, se procede a un anteproyecto donde se establecen las características geométricas, de materiales y el comportamiento estructural, tanto del elemento a reconstruir como los relacionados con él. Establecidos los criterios generales de reconstrucción, se procede a un análisis del sistema constructivo, para poder programar las maniobras, tanto de construcción como de liberación, si es que éstas son necesarias.

En caso del templo de la Santa Cruz de los Tarahumares, Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. ha venido desarrollando, dentro del proyecto de restauración, la posibilidad de reconstruir la cúpula del transepto, ya que esta acción permitirá la interpretación del espacio arquitectónico perdido por el colapso de ésta, y sobre todo, reavivará el uso del mismo.




Durante una de las intervenciones hechas con antelación a la participación de Misiones Coloniales de Chihuahua A.C en este monumento., se construyó una cúpula de ladrillo la cual no cuenta con la calidad, ni las dimensiones correctas, además de no haber sido construida con el tambor y su geometría es inexacta. Por lo anterior, este elemento se vuelve riesgoso, tanto para los usuarios, como para el edificio en sí.





A últimos tiempos, la cúpula perdida de Santa Cruz ha cobrado una vital importancia en el proyecto de restauración, debido a que la reconstrucción de ésta, no solo le devolvería integridad al edificio, sino que en su momento fue el estandarte de de la arquitectura en el norte de la nueva Vizcaya.

El hablar de un elemento arquitectónico aislado, en este caso la cúpula, es complejo, debido a que ésta obedece en mucho a los elementos de su entorno, haciendo a veces imposible su individualización. Sin embargo la historia de la cúpula de santa Cruz comienza con la misma inquietud de los jesuitas por llevar la monumentalidad en la arquitectura, al norte, lo que finalmente resultó en el planteamiento de la construcción de Santa Cruz, misma que además de sus dimensiones llevaría como distintivo una de las primeras cúpulas al norte de Durango.

Este rasgo del templo, expresa la importancia, no solo del edificio en sí, sino a la región, ya que dos misiones son las que compiten por ser las primeras en ostentar la primera cúpula, la Misión de San Francisco Javier de Satevó y la de Santa Cruz de Tarahumares, no obstante de ser hermanas, ambas cuentan con características que las distan, tanto en elementos de ornato como en demostrar la capacidad económica que poseían sus constructores. Sin embargo ambas develan hasta cierto punto la influencia que tuvo la una sobre la otra.

Después de una larga labor de recaudación de datos geométricos, de análisis de los elementos portantes y búsqueda de fotografías que pudieran dar un indicio de la forma del tambor, el grupo de arquitectos de Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. se dio a la tarea de realizar la recopilación y clasificación de las piezas de cantera encontradas durante la limpieza inicial del edificio, las cuales, una vez catalogadas, se tomo sus dimensiones y se generó un archivo con planos, fotografías y medidas de cada una de estas piezas, lo que permitió realizar una anastilosis (proceso empleado para reconstruir elementos con una guía metodológica y que respeta el lugar que ocupaban originalmente), que dio las primeras referencias del ornato de la cúpula, así como su configuración geométrica original.

Paralelamente a este proceso se dio inicio a un estudio fotográfico para reconocer la disposición, relación con otros elementos y las dimensiones, esto último a través del escalamiento de imágenes. Sin embargo no se pudo más que obtener una idea parcial, ya que los datos obtenidos en fotografías y en las piezas encontradas fueron parciales, debido a la perdida del 90% de la cúpula, debido al colapso de la misma.

Aunado a la investigación arquitectónica se llevó a cabo otra con el fin de conocer el grave daño sufrido por el inmueble, al parecer por movimientos telúricos, ya que el patrón patológico de las grietas, fracturas y fisuras, así como colapsos sugerían la existencia de dichos movimientos. De una primera indagación se conoció el proceso geológico que sucede en esta área, el cual es resultado de un movimiento de fallas locales y generales, lo que ha provocado movimientos de hasta 6 grados Richter, en algunas regiones aledañas, según el Servicio Geológico Mexicano. Sin embargo, esta investigación, debe profundizar más, por lo que se ha buscado el apoyo de la Universidad Autónoma de Chihuahua, a través de la facultad de ingeniería, teniendo una respuesta positiva, por lo que el proyecto se encuentra en revisión. Lo que resulta obvio es que el sismo que dañó la cúpula debió suceder entre 1948 y 1949, ya que después de esta fecha aparecen las primeras restauraciones del templo.

Debido a la falta de información para realizar la reconstrucción total de la cúpula, por lo menos a través de documentos, se decidió tomar referencia de la existente en San Francisco Javier de Satevó. Si bien, como se dijo anteriormente, ambas tienen su carácter propio, después de un examen comparativo, estas parecen haber sido proyectadas por el mismo arquitecto, debido al uso de materiales y sistema constructivo, de lo cual se destaca lo siguiente:

Ambas cúpulas son de morfología Bizantina o esférica, debido a que se desplantan sobre un tambor que a su vez es apoyado en pechinas, las cuales pasan la planta de cuadrada a circular y transmiten parte de la carga de la cúpula a las columnas de los arcos torales.

En cuanto a las dimensiones, las dos guardan una semejanza en el diámetro y la altura del tambor. En lo que respecta a los pináculos, los de Santa Cruz resultan ser de mayor laboriosidad que las de san Francisco Javier, sin embargo en cuanto a dimensiones ambas comparte la altura.

Uno de los rasgos que hacen pensar que ambas cúpulas son del mismo autor, es la disposición de las dovelas de los arcos torales, ya que en éstas se presenta el mismo problema: la ausencia de una clave de mayor tamaño, lo cual permite el desplazamiento de las dovelas, por lo que los arcos tienden a deformarse con facilidad. Esto es considerado como un defecto de fabricación, sin embargo en Santa Cruz los arcos presentan mayor daño por la perdida de la cúpula y el movimiento lateral que han sufrido con los sismos.

Con estos datos y cotejadas las similitudes, se pudo establecer un la línea rectora de diseño para plasmar el proyecto de la nueva cúpula que reemplazará a la que se encuentra hoy. Establecidas las características geométricas y de materiales del elemento propuesto, se realizó el análisis estructural de ésta, así como sus efectos en los elementos portantes originales, encontrándose los arcos torales, poco aptos para soportar al nuevo elemento por los motivos antes mencionados. Por esta razón, se ha propuesto el reemplazar las dovelas dañadas, así como reestablecer la forma original para devolverle su capacidad mecánica.

Durante todo el proceso de diseño, la organización ha contado con la asesoría del arquitecto Rubén Rocha de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museología del INAH, especialista en estructuras antiguas y procesos de deterioro por sismos. El apoyo de este tipo de especialistas permite el desarrollo de proyectos más apegados a la normativa de la conservación.

Actualmente, la reconstrucción de la Cúpula y de la Bóveda Falsa de Santa Cruz, son el mayor proyecto de reconstrucción que se tiene contemplado llevar a cabo en el Estado de Chihuahua, ya que la inversión necesaria y la mano de obra especializada, hace de éste una intervención delicada y de mayor nivel de técnica.

El valor espacial-arquitectónico, así como de ingeniería aplicada a la técnica constructiva de la cúpula, han dispuesto que los esfuerzos por devolverle al templo su carácter y esencia, se traduzcan en una labor ardua y concienzuda que ha llevado a Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. a recorrer archivos históricos, fotográficos, estudios arquitectónicos de estilos, así como consultorías con externos, para lograr de manera integral el cometido que rige a la organización. Por lo anterior, invitamos a la comunidad a participar e involucrarse en los procesos de restauración de los templos de origen misional en Chihuahua, ya que en ello encontrarán el valor de la identidad y el amor por esta tierra.

lunes, 25 de febrero de 2008

Primera aproximación al lenguaje simbólico

Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. Siempre ha sostenido que para el bien hacer de la labor de restauración es imprescindible el conocimiento y manejo de la mayor cantidad de información, ya que esto lleva al arquitecto a convertir su intervención en un documento histórico lleno de respeto por sus orígenes y con la posibilidad de ser reinterpretado por futuras generaciones. Por este motivo, la organización difunde el presente documento como reflejo del proceso de investigación que se lleva a cabo en la intervención del templo de la Santa Cruz de los Tarahumares, al tiempo que se hace un llamado al a sociedad chihuahuense de ser partícipe de tan digna labor

La ardua labor evangelizadora que llevaron a cabo los misioneros en el norte de México se presentó, como en la mayoría de los territorios colonizados, con grandes riesgos, retos y desafíos que estos propagadores tenían que resolver con ingenio. Tales retos iban desde cruzar ríos desbordados, hasta caminatas por desiertos solitarios. De estos desafíos uno fue el común denominador en todos los procesos misionales, difundir el mensaje de Dios en distintos idiomas y lenguas.

En la mayoría de los casos los misioneros se preparaban estudiando la lengua de las etnias a las que iban a evangelizar. Dichas clases se impartían en colegios donde aprovechaban la disposición de los caciques y cabecillas para enseñar su lenguaje. Sin embargo en muchos de los casos el misionero entraba solo con la invitación de los indígenas, sin darle tiempo a la preparación.

No obstante al lenguaje hablado, los misioneros contaban con el apoyo de un sistema de signos y símbolos, los cuales, después de enseñarlos a los indígenas, expresaban y representaban constantemente el mensaje evangélico. Debe mencionarse que los mayores difusores de este sistema de emblemas y significados fue la Compañía de Jesús.
La simbología cristiana manejada en ese tiempo, tal vez no presentó gran oposición por parte de los nativos, ya que es bien sabido que en el paganismo se manejan una serie de simbolismos para representar las deidades, los ciclos y la vida misma, por lo que su adopción parece haber sido contundente. A diferencia de los símbolos paganos, la ubicación de de los símbolos cristianos y su interacción con el edificio, hicieron que se llevara a cabo la transmisión, con gran efectividad, de este método de comunicación.

La Misión de La Santa Cruz de Tarahumares, siguiendo éste patrón de comunicación, cuenta con una serie de símbolos y signos los cuales dan cuenta de la importancia del espacio arquitectónico y de la vida que se llevó en la misión.

A continuación se presenta una primera interpretación, tanto de los espacios arquitectónicos del templo, como el de su iconografía, para ello se realizará una descripción del significado de la arquitectura, luego se pasará a una descripción de los símbolos propios del templo.

EL EDIFICIO

La interpelación de éste comienza en su planta, la cual es cruciforme o cruz latina, teniendo por esencia representar el cuerpo de Cristo. En el acceso principal del edificio, que se encuentra en los pies de la cruz, cuenta una Concha que remata al arco de entrada. Estas “Conchas” son elementos estriados que forman la parte superior de un nicho, y generalmente realzan la importancia o santidad a quien lo ocupa. En una osada interpretación, se podría decir que al entrar al templo se le confiere a la persona cierta santidad o importancia.

La fachada principal del edificio se encuentra orientada, o sea, dando cara al este. Esta ubicación es muy común en los templos de origen cristiano, ya que este punto cobra importancia todas las mañanas, debido a que es el primer lugar del edificio donde pegan los rayos del sol. No obstante a que la fe cristiana dejó atrás los cultos solares, sí toma de éste la representación de la fuente de luz, calor y vida, del paraíso y la sabiduría; además de ser la dirección donde se encuentra Jerusalén. En el caso de Santa Cruz de Tarahumares, emplea esta peculiaridad para dar un mensaje extraordinario, debido a que los primeros rayos de sol entran por un par de aberturas sobre el coro, éstas tienen la forma de la cruz la cual se posa sobre un ovalo, y se reflejan sobre lo alto del presbiterio y al ir cambiando de posición el sol, los rayos inciden de manera que reflejan a la cruz bajando al pie del altar.

Por el contrario el muro poniente, para el cristianismo, siempre ha representado los reinos de las tinieblas y la muerte, dado a que es en éste punto donde se oculta el sol. Es en esta fachada donde se cierra el templo y probablemente se emplazaba parte del claustro.


En cuanto al muro norte, éste representó para el arte cristiano el frío y la oscuridad, debido a que no recibe directamente la luz solar, siendo representación de Satanás. Es en esta fachada donde se encuentra ubicado el baptisterio, así los bautizados eran sacados del reino de Satanás, y en su procesión desde el oriente del templo al occidente, se representaba la marcha de la vida a la muerte dentro del cuerpo de Jesús.

En cuanto al muro sur, siempre reflejó lo contrario al norte, es la fachada donde incide durante la mayor parte del día la luz solar. Este muro es la representación del reino de la gracia de Dios con su eterno calor. Es aquí donde el templo de Santa Cruz tenía acceso al patio del claustro, y al igual que la entrada principal, el arco es coronado con una “Concha”, dejando ver el estado de santidad en que se vivía dentro del claustro.

Finalmente la cúpula y “semi cúpula falsa” sobre el presbiterio, era la representación del cielo


LOS COLORES

El uso de los colores en la ornamentación de los templos, tampoco tenían una ubicación al azar, éstos poseían un significado y su relación con los otros elementos del templo. Los colores empleados en la misión de la Santa Cruz van desde el rojo hasta el amarillo, destacando el azul, ya que para la época era poco común. La relación de los colores con los motivos de la pintura mural y los elementos de ornato reflejan la interactividad simbólica de esto.
Para hacer una interpretación de los pigmentos encontrados en la misión es necesario describir su función en los elementos decorativos y otros símbolos en la pintura mural.

Amarillo.- A pesar de que en el arte cristiano el amarillo es signo de la bilis, de la amargura, de la ira, del pecado y engaño. En Santa Cruz este color esta relacionado con el oro y la gloria, con lo eterno e indestructible, por lo tanto íntimamente relacionado con la advocación del templo. Este color se encuentra sobre todo en las “conchas” y en la cornisa superior interactuando con el color marrón.

Marrón u Ocre.- es el color particular de la tierra y del otoño, representando en Santa Cruz la humildad, que en conjunto con el amarillo y al estar situado en las “conchas” y cornisas, se puede decir que para Cristo, representado en la eternidad de la cruz, las personas que entran al templo de Santa Cruz tienen un grado de santidad o de importancia y recuerda la humildad con que se lleva el cristianismo. Además de estos elementos existen dos símbolos en la entrada de la capilla del Nazareno y del baptisterio de color ocre acompañadas de amarillo, rojo y negro, estos símbolos son una Flor de Lis y un “Hato” de Trigo. El primer signo esta muy ligado con la Virgen María, siendo tal vez la indicación de que ésta era su capilla y el segundo representa el pan eucarístico y muestra la entrada al baptisterio.

Azul.- Es el color del manto de la virgen y del cielo y el agua, así como el infinito, la reflexión y la inteligencia. Este color se encuentra específicamente como fondo en dos claves de los accesos de las capillas, como fondo de dos signos característicos de la Compañía de Jesús, los cuales están en color dorado. Por lo que se concluye que éste color coloca en el infinito o a las alturas celestiales a los símbolos de María Reina y las siglas IHS, este último alegoría característica de los Jesuitas. Además de esta ubicación, el azul se encuentra cerrando por encima de las claves antes mencionadas, al entramado vegetal en el soto coro.

Dorado.- Al igual que el amarillo representa la gloria y lo indestructible, los buenos consejos y la buena calidad. Por lo tanto el par de símbolos son la gloria del templo, son las principales figuras de lo santo.


Rojo.- Significa la vida, el fuego y la sangre de los mártires, este color se emplaza en todo el edificio a través de los motivos vegetales del soto coro, capiteles y remates de las puestas de acceso a las alas del crucero. En los motivos vegetales, se entrelaza con el azul, el negro y blanco. Posiblemente es una representación entre la vida, lo celestial y las tinieblas. Aunque el blanco y el negro son para trasferirle volumen y contraste a la obra artística. En una interpretación personal, la interacción entre colores son la sangre de cristo en la cruz y su elevación al cielo, quizás el duelo de María por la muerte de su hijo.

En cuanto a su ubicación en los capiteles y remates el rojo interactúa con el negro, pero esto tal vez, sea para distinguir y dar volumen a este elemento y no romper con la decoración.

Finalmente dentro de los colores, el más representativo de los reinos de las tinieblas es el Negro, sin embargo en el templo este color aparece de manera continua, por lo que puede ser relacionado con la muerte de Jesús en la cruz.


ELEMENTOS DE CANTERA.

A pesar de haber sido descrita como una arquitectura sobresaliente, los visitadores hacían referencia a la pobreza de los materiales empleados en la construcción debido a que la mayor parte del material empleado fue adobe y madera, sin embargo Santa Cruz cuenta con una ornamentación en cantera muy rica a comparación de la mayoría de las misiones en Chihuahua.

El uso de la piedra en este templo tuvo un carácter puramente semiótico más que enriquecedor, ya que todas las piezas están situadas en los puntos que indican el cambio de espacio arquitectónico.

Portada.- en la fachada del templo se encuentra alojada su portada, la cual está dedicada a la Santa Cruz, en su basamento cuenta con columnas, que se cree, representan a los obispos quienes sostienen a su vez al nicho del Patrono. Sobre éste se encuentra una abertura del tipo “Ojo de Buey” que permite el paso de la luz hacia el interior, por encima se encuentra la cruz siendo coronada por un par de ángeles de manufactura indígena.

En el centro de la portada, en la clave del arco de acceso al templo, se encuentra la corona de María Reina y sobre ésta el lema y el emblema Jesuita “IHS “, abreviación griega de IHSOYS (Jesús) y su lema “Ad Maiorem Dei Gloriam” (a mayor gloria de dios).

En el interior, fungiendo como clave de las capillas se encuentran dos elementos decorativos del barroco, las cuales se conocen como hojas de acanto, que en una apreciación personal parecen haber sido elaboradas de tal forma que asemejen hojas de maíz, al igual que la pintura mural, haciendo de este estilo una adaptación indígena.


En la fachada Sur se encuentra la representación de Cristo a través de una pieza de cantera labrada en forma de sol, dado que este es el punto cardinal dedicado a su gloria.

En el interior del templo se encuentra en el acceso entre el presbiterio y la sala de ángeles, la representación del cordero con la cruz, indicando éste el sacrificio sin mancha de Cristo para el perdón de los pecados, por lo que en una primer interpretación se concluye que es la representación de los Padres como Jesús, ya que este acceso iba dirigido al claustro.

Encima de la clave del arco de acceso entre el ala sur del transepto y la Sala de Ángeles, se encuentra nuevamente el emblema de los jesuitas, lo que indica probablemente la entrada al claustro. En el ala norte en el mismo sitio se encuentra el símbolo de Ave Maria, que indicaba el acceso a la sacristía. En ambos accesos la clave del arco se encuentra adornada con hojas de acanto.

Finalmente se encuentran los capiteles de las columnas, los cuales representan la palabra de las sagradas escrituras y los evangelios que sostienen al cielo, que en este caso es representado por la cúpula.

El presente trabajo es el resultado de la participación de expertos y especialistas en el área de arquitectura, historia y arte, que colaborando con Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. han demostrado la necesidad de la multidisciplina en los trabajos de conservación, y sobre todo, la necesidad de difundir a los chihuahuenses el valor de su Patrimonio Cultural para mantenerlo vivo.

lunes, 18 de febrero de 2008

La falsa bóveda




El hablar de la arquitectura en las misiones coloniales españolas del estado de Chihuahua, es evocar la imagen del árbol que propaga sus semillas en múltiples direcciones, y no espera para conocer el fruto de su labor. La diversificación de las corrientes del barroco y el manierismo en el territorio americano fue tan variada y tan enriquecida por el mestizaje que sería complicado hablar acertadamente de una corriente específica en el norte de la Nueva Vizcaya.

Es a la actual sociedad a quien le corresponde presenciar los frutos de esta diversificación arquitectónica, la cual tiene como factor predominante, en el norte de México, el uso de espacios utilitarios. Sin embargo en el Estado contamos con exponentes de arquitectura académica de origen definido pero adaptado a las condiciones y materiales de la región.

Uno de estos exponentes es, sin duda, la antigua misión de la de Santa Cruz de Tarahumares, ubicada en la comunidad de Valle del Rosario, misma que actualmente porta un sistema de cubierta única en el norte de México y sur de los EE.UU.. Si bien el Padre responsable de la construcción de este templo tuvo un papel histórico sobresaliente, es evidente la participación de un arquitecto en la proyección y ejecución de la obra.

En el caso de la cubierta de Santa Cruz de Tarahumares es en el que este escrito pretende profundizar, ya que a pesar de su pérdida casi total, los vestigios y elementos que aún existen dan cuenta de lo peculiar de este sistema.

Dentro de la terminología usada en la arquitectura para describir éste tipo de cubierta se puede recurrir al término de “Bóveda Fingida o Falsa”, expresión que más allá de parecer despectiva, para tan complejo sistema, deja establecido los materiales involucrados en su construcción.

Este tipo de bóvedas tiene su origen en los finales del manierismo dentro de la corriente Herreriana, conocida así por su mayor representante Juan Herrera. Si bien se le distingue por la poca ornamentación, está se incrementa hacia principios del siglo XVIII entrando a un Barroco españolizado.

La construcción en este periodo se ve afectada producto de la guerra de los Treinta años y el estancamiento económico que sufre el Mediterráneo, ya que deja de ser el centro de beneficio dando paso a Holanda e Inglaterra como potencias; a consecuencia de esto se disminuye el empleo de materiales como la piedra y el mármol. Debido a que el mayor cliente de la arquitectura era la iglesia, las respuestas creativas a las necesidades espaciales y ornamentales no se hicieron esperar, una de ellas las “Bóvedas encamonadas o falsas”, teniendo como característica los materiales empleados en su construcción, destacando la madera, la cal y el yeso. En cuanto a la estructura de los templos se continúa empleando el modelo difundido por los arquitectos de la Compañía de Jesús, quedando como rasgo principal su planta longitudinal, misma que se conoció como tipo “Jesuítica”.

Obviamente la influencia del barroco español se extendió por todo el territorio americano ocupado por éstos, sin embargo los desafíos que presentaba el territorio de la Nueva Vizcaya en lo referente al empleo de materiales y mano de obra, resultó un factor de distinción entre la arquitectura del centro y sur de México, a pesar de ello muchas de las soluciones constructivas “económicas” que cumplían con exigencias y el gusto de las mixtilíneas del barroco, encontró un nuevo nicho.

La “Bóveda falsa” de Santa Cruz, es concebida con características que la hacen distinta a los ejemplos michoacanos. El empleo de las “Bóvedas de tablazón” en este Estado, hacen que sea un buen punto de referencia con la ostentada por Santa Cruz. En un comienzo, y siendo su mayor característica, la bóveda es parte del sistema constructivo de la cubierta, teniendo inclusive función mecánica, a diferencia de las michoacanas que son independientes de la estructura. La geometría de la bóveda falsa se puede describir como de un trazo de Arco Escarzado muy poco peraltado formado por una viga de madera plana y dos elementos curvados dando dicha forma. La habilidad artesanal del carpintero logró reducir al mínimo las dimensiones de resistencia, la repetición de dichos arcos de madera espaciados entre sí por una corta distancia, hace que se tenga el aspecto de bóveda de cañón corrido “acostillada”. Cabe mencionar que el conjunto de elementos que generan el arco no trabajan a compresión, como es en la mampostería, sino por ensamble, sin embargo estos elementos ayudan a soportar la carga de cubierta.

Entre los “arcos” de madera se insertan tablones en ranuras abiertas en los costados de los elementos curvos y la viga, a unos cuantos centímetros del intradós, lo que proporciona una superficie casi lisa dando el aspecto de bóveda de mampostería.

Este tipo de “bóveda fingida” se prolongaba hasta el crucero del transepto, donde lo recibía una cúpula y se cerraba con un ábside curvado, el cual aunque era plano, lo solucionaban con cuadrales mudéjares para fingir ópticamente una semi-cúpula, la cual probablemente colapsó junto con la cúpula, y se reconstruyó de mampostería dándole el aspecto que originalmente le dio la madera.

A este sistema manufacturado en madera se le aplicaba una base de cal y su guarnecido de cal tirada a paleta, y luego estucado con cal blanca, sobre la cuál se aplicaba la policromía, según lo dicta un documento que habla sobre los métodos de aplicación en bóvedas encamonadas.

En el caso de la policromía de Santa Cruz, se sabe por historia oral que era similar a la encontrada en el sotocoro, por lo tanto se presume que no era historiada, sin embargo por vestigios de pintura se sabe que no sólo contenía elementos vegetales, sino inscripciones en color dorado. Dentro de la gama de colores de la pintura, se encuentra el rojo, el negro, el ocre, el dorado y el azul, siendo este último difícil de ver aplicado por estos años debido a que aún no era de uso popular, todos ellos de origen mineral. Otro rasgo muy característico de la policromía del templo es la técnica pictórica empleada, siendo clasificada como un temple a la caseína y no un fresco, como era común, lo que nos habla del exceso de leche que se tenía en la región.

En cuanto a la relación de los elementos curvos y la estructura de techo plano, se distingue el empleo de estos elementos como apoyos intermedios de la viga que soporta el terrado, logrando con ello la disminución de hasta el 40% de las dimensiones de ésta. Generalmente este tipo de techos esta solamente soportado por una serie de vigas, las cuales se apoyan sobre una solera del muro, por lo tanto las dimensiones de la cubierta estaban dadas por el tamaño de las vigas que se pudieran obtener de los árboles.

Con este sistema de apoyos intermedios, se logró cubrir un claro moderado con un espesor de terrado bastante grande, evitando que las vigas fueran colocadas demasiado juntas o de dimensiones descomunales. Otra característica de los elementos que forman la bóveda están dispuestos alrededor de 45°, logrando con esto que la línea de acción de la carga pasé por su centro de gravedad.

El pretender reconstruir dicha “bóveda ficticia”, la cúpula y el ábside curvado, para restablecer los espacios perdidos y concebir una interpretación digna de tan emblemática arquitectura; ha significado para Misiones Coloniales de Chihuahua A.C esfuerzos igual de monumentales que la obra, ya que se han tenido que establecer: la técnica de restauración, los criterios de intervención, el plan de procuración de recursos, por numerar algunos de los proyectos que se han tenido que implementar para poder llevar cabo tan distinguida labor.

Dentro del que hacer de la organización Misiones Coloniales de Chihuahua A.C., se encuentra el difundir entre la sociedad chihuahuense toda información que enriquezca la experiencia del rescate del patrimonio cultural, al tiempo que se pide la participación de voluntarios, donantes y difusores para poder vivir de lleno las Misiones Coloniales.

jueves, 7 de febrero de 2008

Dos sobreviviendo

“he venido en mandar extrañar de todos mis Dominios de España e Indias, Islas Filipinas, y demás adyacentes, a los Regulares de la Compañía”. Con estas palabras Carlos III ordenaba la expulsión de los Jesuitas de sus dominios el 27 de febrero de 1767, hecho que resulto ser tan martirizante que cobró la vida de muchos de los misioneros que eran desalojados del continente americano. Este mismo edicto pareciera haber condenado a cumplir el castigo del olvido y destrucción a cientos de obras de arte y edificaciones pertenecientes a esta orden religiosa.

Tal es el caso de una de las construcciones más notables del Estado de Chihuahua, la antigua misión de Santa Cruz de los Tarahumares, nombre que a pocos les resulta familiar, ya que éste ha cambiado a lo largo de la historia siendo su advocación actual la de Nuestra Señora del Rosario. Cabe mencionar que algunos autores lo han confundido con Santa Cruz de Tapacolmes en el actual Rosales.

La monumentalidad de este edificio resalta a primera vista gracias a sus dimensiones, ya que éstas son poco comunes dentro de las características del resto de las misiones, así mismo revela una arquitectura de procedencia académica con influencia indígena. Pero ni el tamaño, ni la distinción arquitectónica resultan azarosos, es más, ni siquiera caprichosos, haciendo notar esto el padre encargado de su construcción.

Pero para comprender de mejor manera a este magnifico edificio es necesario remitirse a su origen, el cual data a fines de 1630. Después de poca actividad misionera, este templo se funda como pueblo de “visita” de la misión de San Felipe de Conchos, estableciendo así la región de la Baja Tarahumara, esto último se denomina de tal manera debido a que se ubica en la cadena de valles que antecede a la sierra de la alta tarahumara entre los ríos Balleza, Nonoava, San Pedro y Conchos; sus fundadores, los padres José Pascual y Nicolás Cepeda.

Hacia 1650 tras una larga sequía y a pesar de contar con infraestructura de obras hidráulicas realizadas por el mismo padre Pascual, la posición privilegiada, sus fértiles tierras, el flujo constante de agua y su capacidad de convocatoria indígena, le ganó a Santa Cruz el nombramiento como cabecera del partido de la Natividad de María, y con toda probabilidad cede del Rectorado de la Antigua Tarahumara.
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Retomando lo que se dijo anteriormente, la arquitectura del templo obedece al deseo jesuita de llevar la construcción monumental al norte de la Catedral de Durango, dejando claro que dicha construcción no fue motivada por el misionero, de éstos el más destacado fue Herrera.


El padre Antonio de Herrera fue enviado, en 1670, como apoyo del padre Valdez, quien se encontraba enfermo. Herrera venia de fungir, además de ser fundador, como rector del primer Colegio de jesuitas en Chihuahua, el de Loreto, establecido en San Felipe el Real. Al llegar a Santa Cruz tuvo a su cargo la construcción del templo con las características que hoy se conocen, sin embargo en sus cartas reportó su pesar por el alto costo de la obra, inclusive rindiendo cuenta de que la construcción del templo es más cara que el mantenimiento de la misma misión.

La arquitectura del templo, se pudiera decir que, pertenece a la corriente manierista, ya que cuenta con elementos tales como los fustes de las columnas de fachada pertenecientes al renacentismo; por otra parte los elementos decorativos interiores y de la torre pertenecen a la corriente neoclásica. Sin embargo su planta en cruz; elementos vegetales en las claves de los arcos de acceso a las alas del crucero y su decoración mural indican la presencia de un barroco adaptado a las características de los materiales de construcción típicos en la Nueva Vizcaya septentrional.

En este templo se encuentran vestigios de la existencia de una “Falsa Bóveda”, la cual está realizada en madera con un ingenioso sistema constructivo, la cual contaba con un decorado similar al encontrado en el sotocoro, lo que le proporcionaba una vista que asemejaba a las bóvedas construidas en el centro de la Nueva España. Este tipo de bóveda obedecía más al gusto por la línea curva que en el empleo de mampostería para la fabricación de ésta, ya que las cubiertas exteriores son planas. Ésta se cerraba en el presbiterio con una “semicúpula falsa” de madera también, la cual era la coronación del “ciprés”, rasgo característico del barroco. Por otra parte el altar-retablo, se cree que se construyo para asemejar a los empleados en los templos del sur y centro del país, como los de Michoacán, los cuales se conocen como “ciprés”, pero con la adecuación a los materiales de construcción distintivos del norte del país.

Existen espacios en el patio que indican la existencia de un claustro de dos pisos que cerraba el conjunto hacia su fachada oeste y se extendía mas allá del limite actual de la fachada poniente, quedando como vestigios un par de columnas con una estructura tipo pérgola, así como cabezas de vigas que indicaban un segundo piso de lo que fue el salón de Ángeles. Dicho claustro debió servir de albergue tanto a seguidores de la Compañía, como a los laicos que por ahí pasaban o iban a visitar al misionero; ya que se sabe que los indígenas de la región no vivían en la misión, sino en los ranchos y haciendas donde trabajaban. Como dato curioso aún existen pobladores de Valle del Rosario que recuerdan la “Pila de los Patos” que era parte de dicho conjunto habitacional.

Con respecto a la Sala de Ángeles, este salón queda como sacristía al oeste del altar, la comunidad afirma que existió pintura mural con evocaciones de ángeles, además del icono existente en el acceso a este salón. El salón o sala de ángeles es un espacio típico de las catedrales, por lo que se revela, una vez más, la importancia espiritual del templo, además, la existencia de un balcón de meditación en la torre de acceso al campanario.
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Con respecto a la torre, se han encontrado descripciones del templo hechas por los visitadores, donde se imprime la existencia de dos torres. Algunos autores dan por perdida la segunda torre, sin embargo el autor del presente escrito sostiene que aún existen ambas y que una de ellas tenia propósitos de vigilancia.

Después de la expulsión de la Compañía de Jesús del actual territorio chihuahuense, aunque en este caso no fue violenta y no se tienen registros de muertes de padres por ésta, no se tiene noticia de la ocupación de éste templo por la orden de los Franciscanos, ya que de esta región solo se tiene noticia de que la misión de la Virgen de Montserrat en Nonoava estuvo a cargo de dicha congregación, siendo probable que el mismo misionero se ocupara de la región entera. Sin embargo el gran centro espiritual y de formación que debió ser Santa Cruz, no permite imaginar la vida solitaria de dicha misión.

No es sabido si el gran carisma que dejó Herrera entre sus fieles, cosa que se reflejó en el nombre de la misión por muchos años, ya que era bien conocido como Santa Cruz de Herrera; o el hecho de ser demasiado cara para mantenerla no admitió la entrada de los franciscanos, por lo tanto pasó a ser secularizada aún siendo propiedad de los jesuitas. Por lo anterior se concluye que motivo de que el templo quedara destinado al descuido por muchos años, fue la imposibilidad del Obispado de Durango a llevar nuevos padres que se hicieran cargo del templo, perdiendo así, gran parte de sus documentos e historia.

Pero no acaban ahí los hechos que ha atestiguado tan hermoso templo, se puede hablar de las incursiones abigeas de Villa con el nombre de Antonio, además de ser el centro de comando de la guerrilla Villista mientras el “general” convalecía de su herida en una cueva de la sierra de Santa Ana; y aún más, presenciar la aprehensión del general Felipe Ángeles, hace que destaque una vez más esta región en el actual municipio de Rosario.

A mediados del siglo pasado un fenómeno geológico, el cual es causado por el movimiento de fallas normales y locales provocadas por el basculamiento de la placa continental, provocó la fractura de la cúpula del transepto lo que aunado a fuertes lluvias provocaron el colapso súbito de la misma. Probablemente perdiendo el resto de la bóveda falsa, cubiertas en las alas del crucero y la sacristía. Por lo anterior toda esta área quedo en desuso, lo que provocó el saqueo y el vandalismo, cumpliendo su condena de olvido.

Desde aquellas fechas se hicieron intervenciones para rescatar o evitar la perdida del edificio, algunas de ellas no adecuadas para la vida del mismo, pero de muy buena fe. Debido a estas intervenciones de emergencia, Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. ha implementado un mecanismo de recopilación de información mientras se realizan los trabajos de restauración, así como el desarrollo de pruebas y ensaye de materiales, métodos de exploración, análisis arquitectónicos de piezas y estudios estructurales, todos ellos adecuados al proceso de conservación.

La principal acción que se ha llevado a cabo para la documentación del sitio, ha sido la invitación a participar en la investigación a un numero de especialistas que van desde lo histórico hasta lo técnico, por nombrar algunos el centro INAH Chihuahua a través del Arqueólogo Arturo Guevara y el Arq. Antonio Guerrero, la recopilación de archivos por parte del Archivo Histórico del ICHICULT, la interpretación iconográfica e histórica de la Maestra Maria Luisa Reyes Landa de la ENAH, el Arq. Rubén Rocha Martínez de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museología del INAH, la restauradora de arte queretana Regina Trespalacios, la Historiadora Susan Deeds del Department of History, Northern Arizona University y el prof. Miguel Valdez, además del equipo técnico de la secretaría de Planeación y Evaluación de Gobierno del Estado de Chihuahua.

Con éste grupo interdisciplinario se han logrado establecer pautas y criterios de intervención, así como el proyectar la reconstrucción de la cúpula, el desarrollar la arqueología histórica en el patio del claustro, la restauración de pintura mural y la interpretación de espacios y símbolos del templo, entre otros.

Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. no quiere que por olvido se predique el resignamiento a la perdida de un centro neurálgico de la historia chihuahuense y del norte de México, por lo que ha decidido que en esta intervención no se deje de lado a la comunidad que ostenta tan notorio edificio y la cual, dispuesta a sobrevivir los retos de los siglos por venir, se organizó en un comité para la vigilancia, toma de decisiones y procuración de fondos para continuar, no solo con las labores de restauración, sino de investigación y difusión de su patrimonio cultural. Aquí se deja la invitación al público a que se acerque y conozca este templo de misión, así como los esfuerzos por conservarlo vivo.