De todas las intervenciones disponibles, a la última que se recurre para lograr éste cometido, es a la reconstrucción de algún elemento, ya que un arquitecto restaurador solo llega a emplear este recurso cuando es necesario restituir un espacio, el cual es vital para interpretar y/o consolidar estructuralmente al edificio.
La reconstrucción principia con una documentación exhaustiva, tanto de materiales involucrados como el procedimiento constructivo empleado en el elemento original. Una vez obtenido el grueso de la información, se procede a un anteproyecto donde se establecen las características geométricas, de materiales y el comportamiento estructural, tanto del elemento a reconstruir como los relacionados con él. Establecidos los criterios generales de reconstrucción, se procede a un análisis del sistema constructivo, para poder programar las maniobras, tanto de construcción como de liberación, si es que éstas son necesarias.
En caso del templo de la Santa Cruz de los Tarahumares, Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. ha venido desarrollando, dentro del proyecto de restauración, la posibilidad de reconstruir la cúpula del transepto, ya que esta acción permitirá la interpretación del espacio arquitectónico perdido por el colapso de ésta, y sobre todo, reavivará el uso del mismo.
Durante una de las intervenciones hechas con antelación a la participación de Misiones Coloniales de Chihuahua A.C en este monumento., se construyó una cúpula de ladrillo la cual no cuenta con la calidad, ni las dimensiones correctas, además de no haber sido construida con el tambor y su geometría es inexacta. Por lo anterior, este elemento se vuelve riesgoso, tanto para los usuarios, como para el edificio en sí.
El hablar de un elemento arquitectónico aislado, en este caso la cúpula, es complejo, debido a que ésta obedece en mucho a los elementos de su entorno, haciendo a veces imposible su individualización. Sin embargo la historia de la cúpula de santa Cruz comienza con la misma inquietud de los jesuitas por llevar la monumentalidad en la arquitectura, al norte, lo que finalmente resultó en el planteamiento de la construcción de Santa Cruz, misma que además de sus dimensiones llevaría como distintivo una de las primeras cúpulas al norte de Durango.
Este rasgo del templo, expresa la importancia, no solo del edificio en sí, sino a la región, ya que dos misiones son las que compiten por ser las primeras en ostentar la primera cúpula, la Misión de San Francisco Javier de Satevó y la de Santa Cruz de Tarahumares, no obstante de ser hermanas, ambas cuentan con características que las distan, tanto en elementos de ornato como en demostrar la capacidad económica que poseían sus constructores. Sin embargo ambas develan hasta cierto punto la influencia que tuvo la una sobre la otra.
Después de una larga labor de recaudación de datos geométricos, de análisis de los elementos portantes y búsqueda de fotografías que pudieran dar un indicio de la forma del tambor, el grupo de arquitectos de Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. se dio a la tarea de realizar la recopilación y clasificación de las piezas de cantera encontradas durante la limpieza inicial del edificio, las cuales, una vez catalogadas, se tomo sus dimensiones y se generó un archivo con planos, fotografías y medidas de cada una de estas piezas, lo que permitió realizar una anastilosis (proceso empleado para reconstruir elementos con una guía metodológica y que respeta el lugar que ocupaban originalmente), que dio las primeras referencias del ornato de la cúpula, así como su configuración geométrica original.
Paralelamente a este proceso se dio inicio a un estudio fotográfico para reconocer la disposición, relación con otros elementos y las dimensiones, esto último a través del escalamiento de imágenes. Sin embargo no se pudo más que obtener una idea parcial, ya que los datos obtenidos en fotografías y en las piezas encontradas fueron parciales, debido a la perdida del 90% de la cúpula, debido al colapso de la misma.
Aunado a la investigación arquitectónica se llevó a cabo otra con el fin de conocer el grave daño sufrido por el inmueble, al parecer por movimientos telúricos, ya que el patrón patológico de las grietas, fracturas y fisuras, así como colapsos sugerían la existencia de dichos movimientos. De una primera indagación se conoció el proceso geológico que sucede en esta área, el cual es resultado de un movimiento de fallas locales y generales, lo que ha provocado movimientos de hasta 6 grados Richter, en algunas regiones aledañas, según el Servicio Geológico Mexicano. Sin embargo, esta investigación, debe profundizar más, por lo que se ha buscado el apoyo de la Universidad Autónoma de Chihuahua, a través de la facultad de ingeniería, teniendo una respuesta positiva, por lo que el proyecto se encuentra en revisión. Lo que resulta obvio es que el sismo que dañó la cúpula debió suceder entre 1948 y 1949, ya que después de esta fecha aparecen las primeras restauraciones del templo.
Debido a la falta de información para realizar la reconstrucción total de la cúpula, por lo menos a través de documentos, se decidió tomar referencia de la existente en San Francisco Javier de Satevó. Si bien, como se dijo anteriormente, ambas tienen su carácter propio, después de un examen comparativo, estas parecen haber sido proyectadas por el mismo arquitecto, debido al uso de materiales y sistema constructivo, de lo cual se destaca lo siguiente:
Ambas cúpulas son de morfología Bizantina o esférica, debido a que se desplantan sobre un tambor que a su vez es apoyado en pechinas, las cuales pasan la planta de cuadrada a circular y transmiten parte de la carga de la cúpula a las columnas de los arcos torales.
En cuanto a las dimensiones, las dos guardan una semejanza en el diámetro y la altura del tambor. En lo que respecta a los pináculos, los de Santa Cruz resultan ser de mayor laboriosidad que las de san Francisco Javier, sin embargo en cuanto a dimensiones ambas comparte la altura.
Uno de los rasgos que hacen pensar que ambas cúpulas son del mismo autor, es la disposición de las dovelas de los arcos torales, ya que en éstas se presenta el mismo problema: la ausencia de una clave de mayor tamaño, lo cual permite el desplazamiento de las dovelas, por lo que los arcos tienden a deformarse con facilidad. Esto es considerado como un defecto de fabricación, sin embargo en Santa Cruz los arcos presentan mayor daño por la perdida de la cúpula y el movimiento lateral que han sufrido con los sismos.
Con estos datos y cotejadas las similitudes, se pudo establecer un la línea rectora de diseño para plasmar el proyecto de la nueva cúpula que reemplazará a la que se encuentra hoy. Establecidas las características geométricas y de materiales del elemento propuesto, se realizó el análisis estructural de ésta, así como sus efectos en los elementos portantes originales, encontrándose los arcos torales, poco aptos para soportar al nuevo elemento por los motivos antes mencionados. Por esta razón, se ha propuesto el reemplazar las dovelas dañadas, así como reestablecer la forma original para devolverle su capacidad mecánica.
Durante todo el proceso de diseño, la organización ha contado con la asesoría del arquitecto Rubén Rocha de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museología del INAH, especialista en estructuras antiguas y procesos de deterioro por sismos. El apoyo de este tipo de especialistas permite el desarrollo de proyectos más apegados a la normativa de la conservación.
Actualmente, la reconstrucción de la Cúpula y de la Bóveda Falsa de Santa Cruz, son el mayor proyecto de reconstrucción que se tiene contemplado llevar a cabo en el Estado de Chihuahua, ya que la inversión necesaria y la mano de obra especializada, hace de éste una intervención delicada y de mayor nivel de técnica.
El valor espacial-arquitectónico, así como de ingeniería aplicada a la técnica constructiva de la cúpula, han dispuesto que los esfuerzos por devolverle al templo su carácter y esencia, se traduzcan en una labor ardua y concienzuda que ha llevado a Misiones Coloniales de Chihuahua A.C. a recorrer archivos históricos, fotográficos, estudios arquitectónicos de estilos, así como consultorías con externos, para lograr de manera integral el cometido que rige a la organización. Por lo anterior, invitamos a la comunidad a participar e involucrarse en los procesos de restauración de los templos de origen misional en Chihuahua, ya que en ello encontrarán el valor de la identidad y el amor por esta tierra.